domingo, 28 de septiembre de 2008

Rinlemar Moon


Nací a las orillas de la mar, donde el tiempo se alarga lentamente pero feliz. De niña jugaba con las olas y las estrellas eran mascotas sin voz pero con patas, Monsieur Dufreau me hacía fotos en blanco negro con mis amigas las asteroideas agarradas a mi larga cabellera color cobre (en las fotos gris pálido).
La vida discurría tranquila entre acantilados y nubes de Friedrich. Tormentas feroces que siempre traían buenas noticias, las más de las veces un arco iris, las menos, juegos de agua y tierra.
Recuerdo el día que tras el arco de colores vino Totó, pero no con Dorothy, sino con un señor con bastón, levita y pelo ensortijado color oro. En verdad no se cómo recuerdo los detalles del hombre, porque me avalancé sin piedad sobre el pequeño animal peludo, mientras el de rizos desaparecía por un mar de nubes con paso firme y armonioso.